14 agosto, 2023

Cuestión de principios


El silencio de la noche islera se va perdiendo, herido por cada vez mayor número de aves que lo perturban. Toda la naturaleza de los alrededores comienza a desperezarse, como a diario lo viene haciendo desde que el mundo es mundo. Primero, una a una las gallinetas, con sus gritos estridentes sobresaltando la paz de la madrugada, luego, lentamente los otros pájaros. La risotada de los horneros, el silbido burlón del bicho feo, el dicharachero chismorreo de cotorras y chingolos. Muy a lo lejos se escucha ritmicamente el ruido del agua herida por los remos de un viejo y pesado bote, y los golpes acompasados de los remos de madera contra los toletes metálicos y el golpeteo de éstos en sus toleteras.

El sol comienza a esfumar la bruma, haciendo cada vez más nítido el paisaje eternamente cambiante y comienza a delinear el perfil del viejo Zoilo, que baja a hacer una reparación urgente en una de las casitas que alquila para "fin de semana" a nerviosos y apresurados huéspedes de la capital, que así tratan de relajar cuerpos y mentes, no siempre con éxito.

Al acercarse al recodo, comienza a escuchar los golpes, el chapoteo y las voces de dos hombres que lidian con los pilotes de un viejo muelle abandonado, tratando de extraerlos infructuosamente del fango del fondo.

Al aproximarse, los saluda respetuoso - Buenas, Don Fernando, buenas Don Gastón. -

- Buenas Zoilo, ¿madrugando ? - le contestan desde tierra.

- Pa' provechar la fresca, después al mediodía, es  imposible ¿vio? 
¿Así que le terminó el muelle nuevo el Félix ? - pregunta Zoilo como si no supiese.

- Si, ahora andamos renegando con los pilotes del muelle viejo, son un peligro. Además la lancha no se puede acercar y hay mucho “enganche”. -

- Bueno, suerte Don, hasta luego. - contesta Felix a modo de fugaz despedida y sigue su rítmico remar, con los pensamientos enredados en los pilotes, mientras enfila al segundo muelle después del muelle vecinal, a lo de Florio.

Ata Don Zoilo su bote al muelle de Florio, y con paso lento se interna por un sendero, abriéndose paso entre la espesura, blandiendo de cuando en cuando el machete para eliminar al paso las malezas más salientes. En su viejo y desgastado bolso de lona, lleva la herramienta y el cuero para reparar la bomba de agua de una de sus casitas.

A media mañana, ya terminada su labor, comienza a desandar el camino y vuelve a la costa.

- Buen día Don Florio. Hace como un mes que no anda por acá ¿como dice que le va? - pregunta respetuoso al pequeño empresario que le alquila desde hace años y que había llegado más temprano en su lancha.

- Bien Zoilo, gracias, ¿y usted? Yo anduve de viaje, por trabajo. Usted sabe, justamente vengo por el alquiler; bueno, y de paso, a ver, espéreme un segundito que le alcanzo.-

En dos largas zancadas se mete en la casucha y vuelve con el dinero que le entrega en mano a Zoilo.

- ¿Se toma un vermú Don Zoilo? - pregunta con sinceridad, mostrando la botella y el sifón que lleva en la otra mano.

- Siusté invita, Don Florio, le agradezco.-

- Siéntese hombre y conversemos. Digo, si no tiene apuro. Esta vuelta vine solo; las chicas tienen sus cosas y mi señora se quedó en casa con ellas.-

 - ¿Apuro? ¡no! La patrona me espera a las doce, y ya hace sol. ¿Anda enferma alguna de las nenas ?- pregunta Felix intrigado.

- No. Para nada, es que tienen el "pijama party" en casa de una amiguita y se quedan a dormir. - contesta Florio apurado, mientras tras otro par de saltos trae algo para ir picando.

- Aaaah.- murmura Zoilo y piensa intrigado, -¿Pijama Party?- y como para disimular su ignorancia continúa con otro tema, -.Ahí andaban los muchachos que le compraron al Félix, tratando de desclavar los pilotes viejos. A la final le terminó el muelle nuevo el viejo atorrante ese. -

- Con este calor, van a renegar bastante.- comenta Florio mientras le va llenando el vaso, - ¿está bien así? -

- Si, gracias- contesta el viejo, completando con soda, y volviendo al tema,- no los vana poder desaflojar así nomás, el viejo Felix sabe, …le pidió mil doscientos por la changa-

Florio piensa un instante y con aire entre entendido e inquisidor, pregunta - ¿Pero, si tiran con un cable desde la costa, por ahí los sacan, no? -

- ¡Nooo! - contesta el viejo mirando el muelle de soslayo, - alomejor con un malacate, tirando de arriba, desde la casuarina. Pero malacate no tienen. Y así de última los van a quebrar de abajo a los pilotes, y le queda mas peligroso todavía, puntiagudos, y con agua alta es peor, ¿vio? Porque no se ven. -

- Y Usted Don Zoilo, cuando hizo el muelle de los Sosa, como sacó los pilotes viejos, flor de laburo habrá sido, ¿no? -

- ¡Nooo!, los Sosa no tenían tanto apuro como estos muchachos, ¿vio? Esperando la bajante, en la semana le fui atando un par de tambores vacíos a cada uno. Uno por uno. Bien amarrados, con la creciente salen solos, los afloja la marejada de cuando pasan las lanchas, y el agua hace su trabajo ¿vio? -

- ¡Le ayudó Arquímedes! - estalla sorprendido Florio, - ¡Qué bárbaro, no se me hubiera ocurrido! -

- Nooo, que Arquímedes!. ¡Yo solo nomás, …yo y el río! - el viejo islero queda un instante pensando en el nuevo propietario de la isla vecina a la de los Sosa, ¿se llamará Arquímedes? ¿Arquímedes Vega? No me suena - piensa ensimismado, -está bien que es medio raro ese Vega, anda solo y viene poco.   ¡Pero, que va a saber de muelles! -

-Bueno Don Florio, vio que le corte el pasto acá adelante, después vino la crecida y lo de atrás lo deje pa’ cuando seque un poco, ¿vio? -

-Está bien Zoilo,- le contesta el pequeño empresario, - igual las chicas no vinieron, ¡esta vez nos tomamos un fin de semana de descanso los dos!-

Si, los dos, piensa Zoilo, y como al pasar le pregunta, mirando el vaso a medio tomar: - ¿Ala final, no sabe si su compadre la va a comprar a la isla del fondo?-

-Viene la semana que viene con nosotros, y dice que entonces arregla directamente con usted, - contesta Florio, como si hubiese estado esperando la pregunta, -…pero no lo veo muy  entusiasmado, ...no sé. -

- ¡Quiero retruco! - piensa sin mover un pelo el islero, y termina el vaso de un trago. -entonces lo vemos con su compadre, Don Florio, pero el vermú lo traigo yo.

Ah, casi me olvido, le tengo unas ciruela remolacha pa´ la señora que le alcanzo cuando pase, a la tarde o mañana temprano, - y ya incorporado, se toca la gorra diciendo, - bueno, me tengo que ir yendo. ¡Gracias por todo, eh! -

- Chau Don Zoilo, hasta luego y mándele un saludo a la patrona.-

Vuelve el viejo a su bote. Lo desata, lo empuja hacia la corriente y se aleja hendiendo rítmicamente la pala del remo en el agua. Ruido de toletes y agua, van anunciando su derrotero. El sol del mediodía que "pega fuerte" reflejándose en el agua mansa, muestra al pasar los pilotes, orgullosas estalagmitas de madera, haciendo guardia frente a la isla de los muchachos que ya no están.

Sonríe Don Zoilo. El Félix tiene trabajo, aunque no se lo merezca, es un viejo vago ese.

De la serie "Relatos isleros"
G. Porten

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